Cuando decidí quedarme embarazada pensaba que sería sencillo, que no nos llevaría demasiado tiempo conseguirlo. Nos hicimos un chequeo completo, mejoramos nuestra alimentación, no fumábamos, nada de alcohol, ejercicio físico. Todo parecía estar bien. Tan sólo tenía que dejar de tomar la píldora anticonceptiva y vivir la búsqueda con ilusión.
Sabía que tras tomar anticonceptivos hormonales el cuerpo podía tardar un tiempo en regularse, así que los tres primeros meses no me preocupé en exceso. Pero a medida que fue pasando el tiempo y mi menstruación no hacía acto de presencia supe que algo no iba bien.
Entra dentro de la normalidad que el embarazo tarde hasta un año en lograrse pero en nuestro caso no era un problema de «acierto». No menstruaba porque no ovulaba y sin ovulación no puede haber embarazo, ya pase un año o pasen cinco.
Si entras en el protocolo de Reproducción se podría pensar que ya está, que una vez ahí son sólo pasos hacia adelante, pero realmente lo que llega es un período muy estresante, lleno de pruebas e incertidumbre. Una etapa a la que ya llegas saturada de los meses previos.
Entre médicos, hospitales, analíticas y pastillas tu interior se va apagando y te invaden multitud de sentimientos.
Impaciencia hasta que llega la siguiente fecha marcada en el calendario. Temor ante ciertas pruebas. Incertidumbre esperando resultados. Esperanza con un nuevo tratamiento. Desilusión cuando no funciona.
Aparece la culpa, por todo lo que pudiste hacer mal años atrás y que quizás ha influido en que no puedas quedarte embarazada. Preocupación cuando tu cuerpo no funciona correctamente porque sabes que todo tiene consecuencias y no ovular durante meses no es nada bueno.
Surge el enfado y la rabia al hacer cálculos y saber que, de haber ido las cosas de otro modo, ya tendrías un bebé entre tus brazos. La envidia al ver a todas las embarazadas que parecen haberse multiplicado a tu alrededor y la pena cuando en un semáforo se detiene a tu lado el cochecito de un recién nacido.
La infertilidad se lleva por dentro, en silencio, y te va minando lentamente.
Los plazos de espera no ayudan y parece que cada día que pasa es un día que complicará aún más las cosas.
Mientras todo eso ocurre mostrarte animada porque la vida ha de continuar. La sociedad no te permite detenerte y tomar aliento. No está bien visto decir que no puedes quedarte embarazada. Lo que todo el mundo espera es que des la buena noticia. Si no tienes hijos es porque no quieres, normalmente nadie se plantea que no puedes.
Los comentarios que en otro tiempo te hubieran dado igual se clavan como dardos envenenados. A ver si os animáis, que el trabajo no es lo más importante y el tiempo pasa. Sonríes, dices, sí, sí, y por dentro te rompes un poco más.
Cada vez que te haces un test de embarazo y el resultado es negativo no puedes evitar pensar que nunca llegará, que no serás madre.
Aún así puedo decir que fuimos afortunados ya que conseguí quedarme embarazada en el primer ciclo de estimulación ovárica. Si para mí fue un período difícil y agotador no puedo imaginar cómo se sienten aquellas parejas que aguardan años y años, se someten a varios tratamientos y han de superar tantos obstáculos.
La infertilidad se lleva por dentro porque no se ve.
No hay una señal que indique al mundo que estás viviéndola, algo que te rodee como una burbuja protectora. Está ahí, vives con ella, luchas contra ella pero sólo tú sabes lo que implica.
Una vez que llega tu bebé, la infertilidad se lleva por dentro cuando los pensamientos negativos del postparto te llenan de culpabilidad. Tanto lo deseabas, tanto te costó y ahora no eres capaz de sentir esa felicidad.
La infertilidad existe, aunque los demás no lo sepan, y por eso es muy importante hablar de ella, normalizarla, para que quien la sufre no se sienta tan solo y para que los demás sepan tener ese tacto y precaución que tantas veces falta.
Muy cierto, se lleva por dentro no solo porque no esta bien visto hablar de ello, sino también, porque los demás no entienden el sufrimiento y el deseo de ser madre y no poder. Gracias por compartir.
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Tiene que ser horrible. Besos miles.
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Es un proceso difícil y eso que, como decía, fuimos afortunados al conseguirlo en el primer ciclo. Es otro de esos temas tabú que necesitan normalizarse. Un besote.
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Totalmente identificada… Que bueno es poder «soltarlo»
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Es necesario soltarlo y perder esa especie de vergüenza o pudor con el que se lleva dentro. Un abrazo.
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Ojalá hubiera leído esta entrada hace cinco años cuando también pasé mi calvario por no ovular, no me hubiera sentido tan mal y hubiera entendido que era más normal de lo que parecía. Ahora a ser lo más felices posible con nuestros niños y a ayudar a más mujeres. Un abrazo
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Con frecuencia lo vivimos en soledad pensando que nadie más pasa por ello, que tienes un problema terrible que no pasará. Hablar de ello con claridad, compartir las experiencias es necesario para apartar esos pensamientos que sólo dificultan aún más esa etapa. Muchas gracias por comentar. Un abrazo.
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¡Hola! Mismo sentimiento… la infertilidad secundaria que padecí hasta que llegó la pequeña la viví en completa soledad. Con esta publicación muchas como yo se sentirán acompañadas. Gracias por compartirlo 🙂
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Es solitario, es difícil y llega a ser agotador. Afortunadamente tenemos a nuestros pequeños tesoros con nosotras. Un beso.
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Me ha gustado, no he vivido en mis carnes un proceso de infertilidad, pero si lo he vivido de cerca, y se que sobre todo como mujer se pasa mal. Sois valientes por ello, por luchar por vuestro sueño de ser madre.
Un abrazo
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Es un proceso difícil que muchas veces se vive en soledad y de forma oculta. Es necesario dar visibilidad porque forma parte también de la vida. Muchas gracias por pasar y comentar. Un abrazo.
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